“NECESARIA QUERELLA EN EL DELITO DE LESIONES DE LA FRACCIÓN I DEL ARTÍCULO 270 DEL CÓDIGO PENAL DEL ESTADO DE MICHOACÁN”

INTRODUCCIÓN Durante el tiempo que he prestado mis servicios para el Supremo Tribunal de Justicia en el Estado de Michoacán, lugar donde me he formado como profesionista, y los conocimiento que hoy tengo, que en su mayoría ahí los he adquirido, estoy convencida que moralmente tengo la obligación de aportar algo diferente y, mejor aún, en beneficio de la sociedad a la que sirvo y pretendo seguir sirviendo, pero, que además de que la sociedad se vea beneficiada con mi propuesta, también el Poder Judicial Estatal alcance este provecho, es decir, lo anterior se traduce en proponer que el delito de lesiones sancionado por la fracción I del artículo 270 del Código Penal del Estado de Michoacán, debe de ser una figura típica perseguible por querella; al respecto vale cuestionar ¿y por qué?, si durante tantos años ha funcionado ¿por qué hoy habría de modificarse?, ¿acaso el Estado con esa oficiosidad no busca proteger los intereses jurídicos de sus gobernados?. Las respuestas a estas y otras interrogantes han sido ya formuladas con minucia, tratando de cuidar en mi propuesta que, precisamente el Estado, no obstante que su principal interés es proteger los bienes jurídicos tutelados por sus gobernados, sin infringir las garantías constitucionales o incurrir en responsabilidad por omisión, dé al gobernado la libertad de en esta particular clasificación de las lesiones, elegir si es su deseo o no solicitar la intervención del Estado, por conducto del órgano competente para sancionar a su agresor, merced a que resulta hasta irónico –podría citarlo así-, que se siga un proceso penal hasta agotarse todas y cada una de las etapas, cuando el motivo de su origen son hematomas, excoriaciones, equimosis, edemas, etc. Que no ponen en peligro la vida del sujeto pasivo; tardan menos de quince días en sanar, y que no impiden al ofendido dedicarse a sus actividades habituales. Empero, aún más infructuoso resulta cuando el propio agraviado del delito otorga el perdón legal a su agresor y, jurídicamente es imposible decretar el sobreseimiento correspondiente por la oficiosidad del delito. A mayor abundamiento, objetivamente, no se restaría al órgano persecutor y con mayor razón a la administración de justicia, factores tiempo, recursos humanos, económicos y materiales, pues considero de suma importancia que nuestras leyes y códigos, deben ir evolucionando al mismo ritmo que las necesidades sociales, en esa medida, hacemos a un lado el burocratismo y se avanza de manera más clara en la persecución y detención de verdaderos criminales. El propósito de desarrollar este tema, es con la finalidad de que al Gobierno Estatal, particularmente que el Poder Judicial del Estado, disminuya en la medida de lo posible el costo económico que genera un proceso penal por el delito de lesiones cuya clasificación entra en la fracción I del artículo 270 del Código Penal vigente en el Estado de Michoacán, ello, siempre y cuando el ofendido haya otorgado el perdón al acusado y éste, haya cubierto la reparación del daño que se hubiese podido ocasionar. Es un tema de interés, porque a lo largo de los años que tengo laborando para el Poder Judicial del Estado, he observado que el tema que propongo vendría a cambiar en gran medida la impartición de la justicia tanto a nivel municipal como de primera instancia, pues en múltiples ocasiones, me he cuestionado si una equimosis, hematoma o excoriación dermoepidérmica - lesiones que obviamente no ponen en peligro la vida y no impiden al ofendido dedicarse a sus actividades habituales-, hacen necesario que el aparato gubernamental ejercite el derecho de acción penal, y más aún, que por falta de recursos económicos el acusado esté privado de su libertad como consecuencia de haber causado aún dolosamente, cualquiera de las detrimentos corporales descritos, lo anterior, tomando en cuenta el perdón que en muchas ocasiones otorga el ofendido al enjuiciado, que no surte ningún efecto inmediato, y por ende, considero que se está faltando al principio de estar siempre lo más favorable al reo